cabecero4

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sábado, 19 de marzo de 2016

El singular caso de Menorca durante la Guerra Civil Española



De todo lo que he leído sobre la Guerra Civil Española, lo que más me ha llamado la atención hasta ahora es la rendición de Menorca, sobre todo por la importancia que la geopolítica tuvo durante este episodio de la guerra.

Como este artículo va a tratar sobre geopolítica, tengo que empezar hablando de la situación internacional durante los años que duró la guerra. Como es bien sabido, una de las causas que provocó la derrota de la República fue el hecho de que su gobierno no contó con el apoyo de otros países europeos, mientras que Franco contó con el apoyo de sus homólogos fascistas en Alemania e Italia, Hitler y Mussolini. 

¿Por qué países democráticos como Reino Unido y Francia no apoyaron a la República frente a los fascistas?

Desde que en 1937 Chamberlain se convirtió en primer ministro del Reino Unido, quiso evitar a toda costa otra guerra mundial, y su política exterior consistió en ceder ante la política expansionista de Hitler, para no hacerle enfadar demasiado. Dicha política exterior, conocida como “appeasement” (apaciguamiento) permitió que Hitler violara el Tratado de Versalles, remilitarizando la región de Renania, anexionándose Austria y los Sudetes, y otras acciones provocadoras. Reino Unido presionó a Francia para que tomase esa misma postura. Ambos países tenían la esperanza de que Hitler se lanzara únicamente contra la Unión Soviética, predicción que resultó errónea. 

Cuando Hitler y Mussolini apoyaron a los sublevados españoles, ni Reino Unido ni Francia abandonaron su política de apaciguamiento. Pensaban que si se posicionaban a favor de los republicanos, se desataría irreversiblemente la guerra mundial. Esta política de no intervención duró todo el conflicto. Sólo la Unión Soviética y México ayudaron a la República.

Sin embargo, veremos que durante el episodio de Menorca, única isla que no se pasó al bando sublevado, esta política de no intervención estuvo en juego.

En primer lugar, Menorca tenía un interés estratégico especial para los franceses, ya que se encontraba en su ruta marítima Marsella-Argel. Ellos sabían que los italianos querían reducir la presencia francesa en el Mediterráneo, y no querían que la isla callera en manos de Mussolini.

Parte de la política exterior de Chamberlain incluía un acercamiento a Italia, con el objetivo de alejarla de la órbita de Alemania. Ambos países establecieron relaciones bilaterales, respetando sus respectivas fronteras coloniales, etc. Acordaron que, una vez que Franco ganara la guerra, las tropas italianas que hubieran combatiendo en la misma tendrían que abandonar territorio español.

Franco estaba a punto de ganar la guerra, le quedaban pocos territorios republicanos por ocupar (ya había conquistado Barcelona, y el gobierno republicano tuvo que trasladarse a Figueras), pero sabía que si los italianos ocupaban Menorca, los franceses no iban a quedarse de brazos cruzados, sino que intervendrían militarmente. Eso haría estallar el tratado de no intervención, con lo que Francia y Reino Unido lucharían junto a la República. Franco sabía que podría perder la guerra si los republicanos contaran con el apoyo de Francia y Reino Unido.

Para evitar eso, Franco comenzó a manifestar por todas las embajadas que, en caso de conflicto mundial, España se mantendría neutral, y que tras la finalización de la Guerra Civil, no admitiría tropas extranjeras entre sus fronteras. Era una clara alusión a la codiciada por los italianos isla de Menorca, y un mensaje subliminal para calmar a los franceses.

Menorca era la única isla balear que había permanecido fiel a la República, y contaba con un importante contingente militar. Tenía seis batallones de infantería repartidos entre Ciudadela y Mahón, además de material antiaéreo y baterías de costa. Sin embargo, no tenía ni barcos ni aviones.
El objetivo prioritario de Franco se convirtió en ocupar la isla para evitar que los italianos se la quedaran y provocaran la reacción de Francia. Para ello, se buscó la inmediata rendición de Menorca, lanzando con aviones proclamas sobre la isla con este texto amenazador:

Las tropas del Generalísimo, después de haber entrado vigorosamente en Barcelona, se aprestan a liberar toda la Cataluña de los últimos focos del dominio rojo. 

Es completamente inútil oponerse a la marcha triunfal de nuestras armas. Las horas del gobierno marxista de Figueras están contadas.

Mientras en las ciudades ocupadas por Franco se normaliza la vida, se da de comer a los hambrientos, se curan las heridas y enfermos, se aplica la más sana y verdadera justicia social, los criminales dirigentes se fugan robando y saqueando la riqueza del pueblo español.

El caudillo, que no desea más derramamiento de sangre, os demuestra una vez más su generosidad aconsejándoos, antes de actuar resueltamente sobre vosotros, a no prolongar más una resistencia completamente inútil, evitando la destrucción de vuestros pueblos hasta hoy deliberadamente respetados.

Tenéis cinco días de tiempo para decidir vuestra rendición. Si os rendís, todos aquellos que no hayan cometido crímenes no serán molestados, sino al contrario, acogidos en la gran familia de la Nueva España; podréis vivir y trabajar tranquilamente.

Si no os rendís, seremos inexorables; al finalizar el quinto día decenas y decenas de aparatos volarán continuamente sobre la isla demoliendo y destruyendo todo.

Perderéis vuestra casa, vuestros bienes, vuestra vida y la de vuestros familiares. Vuestros dirigentes serán responsables una vez más de los miles de víctimas inevitables.

Ciudadanos de Menorca, los enemigos de Franco son los enemigos de la España Una, Grande, y Libre.

Con nosotros, ¡Arriba España!”

Las autoridades militares de la isla no hicieron caso de las octavillas, incluso las quemaron en público.

A los tres días, Sartorius, enviado de Franco, desembarcó en el puerto de Mahón. Ubieta, gobernador de la isla, acudió para hablar con él. Sartorius le pidió la rendición, pero Ubieta se negaba, alegando que había dado su palabra de honor de defender la República. Acordaron volver a encontrarse a la mañana siguiente. Por la tarde del mismo día Ubieta comunicó dicha conversación a los representantes del Frente Popular, que lo apoyaron.

Antes de que se volvieran a reunir, fuerzas militares que querían la rendición se sublevaron en Ciudadela, izando banderas rojigualdas en las casas consistoriales. A este levantamiento le siguieron levantamientos en Ferrerías y en San Cristóbal. Se dio orden de reducir a los sublevados, pero algunos se negaron a acatarlas, y los que obedecieron no tuvieron fuerza suficiente para sofocar las sublevaciones. Los sublevados llevaban meses conspirando, pero esperaron a que las condiciones fueran las adecuadas para iniciar el levantamiento.

Los levantamientos provocaron que durante la segunda reunión Ubieta manifestase es deseo de rendirse, entregando su pistola. Lo hizo a cambio de que se dejase abandonar la isla a los principales responsables políticos y militares, acompañados de sus familiares.

Sartorius nombró a un nuevo gobernador de la isla para que liberase a los presos, tomara la radio e izase la bandera nacional, dándole además instrucciones para que recibiera a las fuerzas de ocupación, que vendrían en varios barcos desde Mallorca.

A mediodía de ese mismo día, volaron aviones sobre la isla, soltando bombas sobre La Mola. Eran italianos. Intentaron sabotear las negociaciones de paz, pero no lo consiguieron, la rendición ya estaba declarada. Los nacionales comunicaron enseguida a Francia y a Reino Unido que esos aviones actuaban por su cuenta, desobedeciendo las órdenes dadas por el mando nacional. Los sublevados recibieron el apoyo de las fuerzas de ocupación que desembarcaron, que dominaron por completo la isla.

Franco había conseguido apaciguar a Francia, evitando su intervención. El bando republicano continuó resistiendo en solitario, y no tardó en caer. La guerra finalizó con la conquista total del territorio español por parte de las tropas franquistas. Franco no quería negociaciones ni acuerdos de rendición, quería la victoria militar total. Y la consiguió.


Referencias:

- "La Agonía de La República" (Francisco Alía Miranda)

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